El poder de la influencia del grupo.

Entendemos por virginidad el hecho de no haber sufrido ninguna alteración desde nuestros orígenes, nos hallamos impolutos, con nuestra “virtuosidad” aun intacta. Pero la importancia que se le daba en antaño a esta circunstancia sexual humana, ha ido transformándose con el devenir del paso del tiempo. A hombres y mujeres les ha afectado de manera diferente la pérdida de su virginidad. A la mujer, poco a poco, (un progreso aun excesivamente lento en algunos sectores) se le ha ido abriendo un camino hacia el permiso del uso propio de su sexualidad, pero ¿Cómo ha afectado la importancia de la virginidad al hombre?

 

Desayunamos comúnmente con noticias que nos indican que el inicio de la perdida de virginidad, en Europa, cada vez es más temprano. Algunos datos, de cuya rigurosidad debemos estar siempre alerta,  informan de que la media de este hecho se sitúa entre los 16 y 17 años, siendo España uno de los países donde antes se pierde. Los índices muestran que acontece sobre los 13 años de media. Y la presión de grupo parece ser un factor determinante para que nuestros jóvenes masculinos lleven a cabo sus primeras experiencias eróticas con penetración.

 

Una cantidad, no desdeñable, de alumnos de secundaria destacan el hecho de haber consumado su primera relación sexual presionados por el grupo de iguales, convirtiéndose en una carrera por no quedar el último en dicha hazaña. Por otro lado, la autoestima social de los alumnos masculinos  parece incrementar cuando estos realizan sus primeros contactos sexuales, al contrario que sus homólogas femeninas. Este hecho se desprende de un estudio realizado por la Universidad de Penn State sobre jóvenes de entre 17 y 19 años, cuya conclusión afirma que: “Las jóvenes que reportaron perder su virginidad, también declararon sentirse menos felices con su imagen corporal, en comparación con los hombres, que reportaron una mejora en su autoestima[1]”. Esta conclusión deja entrever la doble moral en sexualidad de la que aun somos presos, donde el hombre puede vanagloriarse de su actividad sexual, mientras que en la mujer recae el peso de la vergüenza y la culpa, atacando a la propia imagen psicológica y física.

 

Los hombres se sienten satisfechos de su primer acto sexual, al menos de cara al público, pues muchos otros han acabado afirmando que hubieran preferido esperar a estar más preparados, pero que la presión que ejercía su grupo de iguales y la sociedad en general, acabó imponiéndose, como una dictadura imparable, y provocando la prematura marcha hacia el erotismo pueril.

 

La presión de grupo puede definirse como una fuerza negativa o positiva que ejerce un grupo sobre el sujeto y la etapa de la adolescencia parece ser poderosamente vulnerable ante este hecho, por lo que una buena educación sexual en este periodo del ciclo vital es sumamente necesaria, para que el alumno aprenda conductas asertivas y habilidades sociales, con el objetivo de prevenir la influencia negativa del grupo de iguales al que pertenece.

 

Los motivos por los que, el joven, cede ante las influencias negativas que expele su grupo de iguales son variadas y entre ellas podemos encontrar:

  • Baja autoestima y autoconcepto.
  • Falta de dialogo familiar.
  • Necesidad de agradar a los demás (grupo de iguales).
  • Falta de asertividad y de habilidades sociales.
  • Carencias a la hora de saber solucionar problemas cotidianos.

 

Nos escandalizamos cuando nuestros hijos, hermanos menores y alumnos realizan tempranamente su primera relación sexual, pero por otro lado nos da pavor hablarles con naturalidad sobre sexualidad. En los Institutos se obvia la educación sexual, mientras muchos profesores se llevan las manos a la cabeza cuando se enteran de la sexualidad precoz que viven sus alumnos. Hay una doble moral hipócrita que, por el bien de nuestros jóvenes, debemos combatir, y afrontar el hecho de que todos los seres humanos son sexuados, por lo que desean tener contactos placenteros y sanos con su parte vital erótica, y actuar en consecuencia.

 

Por último destacar el hecho de que no hay una sola virginidad  perdible. En nuestra sociedad parece que lo único importante es la penetración a la hora de decidir si la hemos perdido o no. Virginidades hay tantas como formas de erotismo y sexualidad. Perdemos la virginidad ante el primer beso sensual, ante los primeros contactos genitales, ante nuestra primera masturbación. No solo dejamos de ser vírgenes ante el acto de la penetración, pues la sexualidad abarca mucho más que esto. Dejamos de ser vírgenes mil veces, ante mil sucesos eróticos distintos.

 

[1] Datos hallados en: http://www.salud180.com/jovenes/perder-la-virginidad-en-hombre-mejora-su-autoestima.

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