Las relaciones sexuales han ido evolucionando paulatinamente con el tiempo, las parejas se han vuelto cada vez más liberales. Actualmente existe una tendencia a crear una relación donde las dos personas se reconocen como amigos con “derecho a roce” o como comúnmente se les llama, “follamigos”.
Un follamigo/a, a priori, es aquella persona que comparte con nosotros una relación de amistad, pero que, en ocasiones, nos metemos en la cama con ella. Parece sencillo, pero la realidad es que los límites entre la amistad y el sexo están muy poco definidos y, por lo tanto, la situación puede llegar a ser insostenible.
Dentro de una amistad existen una serie de factores comunes a las parejas, puesto que para que reconozcamos a alguien como un amigo tiene que resultarnos atractivo, no físicamente hablando, pero nos aporta cosas que no todas las personas lo hacen. Palabras como compartir, comprender, conocer, forman parte de una relación amistosa, pero también de una relación de pareja, por lo tanto ambas relaciones parecen estar solapadas, pero ¿Qué diferencia a un amigo/a de un follamigo/a?
Básicamente se trata de la atracción sexual, es esta la que propicia que dos amigos se vayan a la cama juntos, ya que sin este componente la cosa no funcionaría.
Las cosas se complican más aun si tenemos en cuenta que, según diversas investigaciones realizadas en el campo de la psicología, las amistades que creamos con el sexo opuesto, pueden atender a razones de atractivo sexual.
Esto no quiere decir que no podamos mantener una amistad pura con una persona del sexo opuesto. Existen muchos casos en los que esto es así, incluso en los casos en los que hubo un tiempo en el que compartieron algo más que una amistad. Pero en la mayoría de ocasiones, cuando el sexo entra en una relación de amistad, esta se ve deteriorada.
En la mayoría de ocasiones una de las dos personas implicadas empieza a sentir que ha rebasado la línea de la amistad y continúa con su rol de follamigo/a para poder seguir disfrutando de sus beneficios, cuando lo que en realidad desea es forma una pareja.
Como profesional, uno de los factores que influyen en las relaciones de este tipo es el miedo al compromiso. Muchas personas deciden catalogar su relación como una relación de “follamigo/a” para no tener que rendir cuentas a nadie, porque parece ser más fácil dejar una relación de estas características que una relación formalizada.
En mi opinión, no creo que sea imposible llevar a cabo una relación de follamigo/a, pero sí que es necesario para ello tener muy claras ciertas premisas:
• Ser honestos con nosotros mismos. Reconocer que sentimos algo más que una amistad puede ayudar a aclarar nuestros sentimientos y los de la otra persona.
• Tener claros los objetivos comunes de tal relación y hablar con claridad de ellos. Hay que tener en cuenta que este tipo de relaciones no suelen ser eternas, por lo tanto, si existen perspectivas de futuro, donde el sexo sigue presente, no estamos hablando de una relación de follamigos.
• Ser conscientes de las consecuencias que puede acarrearnos ciertas situaciones. En algún momento uno de los dos miembros puede establecer una relación de pareja con otra persona, puesto que “no existe nada más que amistad” entre vosotros. Esta es una de las razones más comunes por las que se crean los problemas.
En definitiva, antes de llegar a la cama con un amigo/a lo primero que tendréis que baremar es si merece la pena romper la tensión sexual o vuestra amistad.