Don José Luis García es Doctor en Psicología (Universidad de Salamanca) Especialista- Máster en Sexología (Universidad Alcalá de Henares). Trabaja, desde hace 35 años, como psicólogo clínico del Servicio Navarro de Salud del Gobierno de Navarra, en consulta de Psicología clínica-Sexología.

Fue Coordinador-director de los centros de Orientación Familiar del Gobierno de Navarra durante cinco años. Ha sido asesor técnico del Ministerio de Sanidad y del Ministerio de Asuntos Sociales y, en la actualidad, lo es de de la Federación Española de Asociaciones de Síndrome de Down.

Por todo ello, es un orgullo contar con él como ponente y un placer poder entrevistarle para que nos exprese su visión de la educación sexual en la actualidad.

Imagen JL

 

Buenos días, para comenzar con la entrevista, vamos a contextualizar un poco, por lo que la primera pregunta obligada es:

ASSEX (A): ¿Qué entendemos por educación sexual? ¿Qué diferencias podemos encontrar entre la educación sexual que se imparte a personas con discapacidad de la que se enseña al resto de la población sin discapacidad?

Jose Luis (JL): Hay muchos tipos y modelos de educación sexual y diferentes formas de intervención. Como punto de partida podríamos considerar un conjunto de acciones pedagógicas encaminadas a que las personas, reconozcan, comprendan y acepten sus capacidades y necesidades sexuales, las vivan y desarrollen libremente, y que todo ello enriquezca su desarrollo vital, sus relaciones y su salud, no solo previniendo riesgos sino también promocionando conductas saludables.

El aprendizaje de los hechos sexuales está en este momento en Internet y en las películas porno.

(A): ¿Cómo ha ido evolucionando la educación sexual en España desde los 80? ¿Y con respecto a la educación sexual en personas con discapacidad?

(JL): La educación sexual en España ha sido y sigue siendo “un hueso muy duro de roer”. Cuesta mucho tratar de normalizar un aprendizaje saludable en lo que concierne a la sexualidad y afectividad, integrado en los sistemas educativos, en la familia y en la sociedad en su conjunto. Todavía seguimos reivindicando su necesidad, gastando una preciosa energía en demostrar sus bondades. Estamos muy lejos de una situación satisfactoria. Mi impresión incluso es que vamos hacia atrás. El aprendizaje de los hechos sexuales está en este momento en Internet y en las películas porno…. Ni en la escuela, ni en los centros de enseñanza, ni en la familia, la situación es mínimamente adecuada. Con lo cual los riesgos de salud, por ejemplo en nuestros jóvenes, no hacen sino aumentar exponencialmente: Embarazos no deseados, IVE, infecciones sexuales, disfunciones sexuales y relaciones de maltrato en las parejas… Esto es lo que hay y a la sociedad no parece importarle en absoluto.

La gran mayoría de las personas con discapacidad no podrán, nunca, desarrollar sus legítimas capacidades sexuales a lo largo de su vida.

Si esto lo trasladamos a las personas con discapacidad, la situación es aún mucho peor, ya que están doblemente discriminados: la que deviene de su propia discapacidad y la que la sociedad les impone. La gran mayoría de las personas con discapacidad no podrán, nunca, desarrollar sus legítimas capacidades sexuales a lo largo de su vida. Puede resultar muy duro decir esto pero es así.

(A): ¿Qué contenidos y objetivos podríamos definir como necesarios y mínimos para trabajar la educación sexual en personas con discapacidad?

El primer objetivo es reconocerles su derecho legitimo a desarrollarlas, a su modo y manera, siempre que haya condiciones adecuadas y con el consentimiento de su familia y/o tutores.

(JL): Ellos y ellas viven en una sociedad donde el sexo está omnipresente, y sin embargo no se les permite acceder a ningún tipo información sexual profesional ni mucho menos a ninguna conducta sexual, con lo que el primer objetivo es reconocerles su derecho legitimo a desarrollarlas, a su modo y manera, siempre que haya condiciones adecuadas y con el consentimiento de su familia y/o tutores. Después tendríamos que plantearnos ofrecerles algún tipo de información sexual científica y profesionalizada, que contraste con la que ya tienen aprendida en la calle; unos valores y actitudes positivas y saludables. En aquellos casos en los que haya condiciones, deberíamos plantearnos favorecer un entorno adecuado y saludable para su desarrollo, bien individual bien en pareja con vínculo afectivo.

(A): Uno de los grandes problemas a la hora de llevar a la práctica programas de educación sexual en personas con discapacidad, son los miedos y tabúes, tanto del profesorado como de las familias ¿Cuáles son los miedos y tabúes más frecuentes con los que se ha topado en la práctica diaria?

(JL): El primero es el miedo que tienen las familias y los profesionales que les atienden a que “les pase algo sexual”, es decir que la chica quede embarazada, que le contagie una infección sexual o que abusen de ella. En los chicos es algo más suave, pero el control también está presente. Este miedo condiciona la educación y la atención a estas personas en muchos hogares, convirtiéndose los progenitores en celosos policías de sus conductas y, consiguientemente, los propios padres son, así mismo, víctimas de su propio control.

En este sector de la población, la formación y la educación sexual profesionalizada previenen muchos problemas y facilita que estas personas tengan una vida afectiva más saludable y de mayor calidad.

El segundo miedo más importante es el que presupone que hablar de estos temas podría provocar comportamientos imprevisibles y negativos para las personas con discapacidad, como nos dijo un padre en una ocasión “supondría abrir la puerta al monstruo sexual que todos llevan dentro”.

El tercero, aunque parezca paradójico, es que hay quienes consideran que estas personas son “ángeles asexuados” y que no tienen ningún tipo de necesidad sexual.

Hay muchos más pero quisiera señalar que una buena parte de ellos, son miedos irracionales y sin ningún fundamento científico. En este sector de la población, la formación y la educación sexual profesionalizada previenen muchos problemas y facilita que estas personas tengan una vida afectiva más saludable y de mayor calidad.

(A): Con respecto a las fantasías sexuales: en marzo de 2014, salió publicado un artículo en el periódico ABC, que nos informaba de una investigación que usted había realizado con respecto a las fantasías sexuales ¿qué hay de nuevo en el viejo mundo de las fantasías eróticas?

(JL): Creo que no hay cambios significativos: se sigue recurriendo a ellas como recurso erótico. Si creo que se ha normalizado bastante el dialogo y las conversaciones sobre las mismas. Yo jamás me imagine que una vecina mía, muy conservadora y tradicional, sabedora de mi trabajo me dijo recientemente que le había gustado mucho un determinado libro, muy divulgado, sobre las fantasías sexuales. Esto es un gran avance, porque hace unos años hablar de estos temas, sobre todos referidos a las mujeres, era excepcional.

Nos alegramos de esta mayor normalización porque no hay duda de que las fantasías sexuales son necesarias para mantener y estimular el deseo sexual en muchas personas y parejas.

(A): ¿Encontramos diferencias entre las fantasías masculinas y femeninas? ¿Cómo pueden ayudarnos las fantasías sexuales a mejorar nuestra vida erótica?

En las mujeres por este orden los contenidos más utilizados suelen ser: Sumisión, mirar y ser mirada y sexo con más de una persona. En el hombre: relaciones con varias mujeres, situaciones de dominación-rol activo y lesbianismo.

(JL): No hay muchos trabajos científicos y si mucha literatura sobre el particular. También polémica al saber qué tipo de fantasías son las que más “ponen” a las mujeres. En todo caso hay diferencias notables: En las mujeres por este orden los contenidos más utilizados suelen ser: Sumisión, mirar y ser mirada y sexo con más de una persona. En el hombre: relaciones con varias mujeres, situaciones de dominación-rol activo y lesbianismo.

Como hemos dicho antes las fantasías pueden ser un recurso maravilloso para estimular el deseo sexual. No obstante habría que señalar la necesidad de comprender que una cosa es la fantasía y otra cosa la realidad. No hay que mezclar una cosa con la otra.

Para terminar y a modo de conclusión:

(A): ¿Por qué cree que es necesario llevar a cabo unas Jornadas de educación sexual y emocional?

(JL): Ojala llegara el día que no tuviéramos que reivindicar la necesidad de la educación sexual.