¿Qué es el deseo sexual? ¿Cómo se puede desatar? ¿Está en todas las relaciones? ¿Qué pasa durante la masturbación?
Para poder contestar a éstas preguntas, es necesario conocer de dónde viene el concepto, cómo entenderlo en nuestra época, y para ello lo que no puede ayudar es hacer un pequeño repaso a la historia.

 

Existen varios modelos en el ámbito de la ciencia sexológica, en los que se explica la conexión que existe respecto al deseo sexual y a la experiencia sexual. Bancroft fue el primero en realizar una aproximación a este respecto, y afirmó que el deseo sexual es una experiencia, y que debía ser contemplada desde una perspectiva triple: afectiva, cognitiva y biofisiológica (Bancroft, 1988).

 

La conclusión a la que llega Bancroft es que el deseo sexual no debe ser visto como un concepto neurofisiológico , sino como un concepto referido a la experiencia.

 

Kaplan (1979) introdujo el deseo sexual como una fase más, de igual importancia que la excitación, la meseta, el orgasmo y resolución (el modelo tradicional de Masters y Johnson) que imperó durante décadas. Levine, habla de tres componentes del deseo sexual: impulso, anhelo y motivo sexual.

 

Snarch (1991) propone un modelo tridimensional, en el que el deseo sexual acompaña en toda la relación sexual con tres ejes: la intensidad del deseo, el nivel de excitación y el tiempo. Por lo que el deseo puede ser inhibido, y que se produzca excitación u orgasmo.

 

Con esto, ya podemos entender varias cosas sobre nuestro deseo sexual. Si una persona se masturba varias veces al día, o usa pornografía, puede no estar usando el deseo sexual. Se encuentra realizando actividad fisiológica pero no necesariamente, el deseo sexual se encuentra presente.

 

Y sabiendo esta información, hay varias maneras de desatar el deseo sexual (o mantenerlo).
Una persona puede aumentar su deseo leyendo alguna buena novela erótica, os aconsejaríamos alguna que no sea un best-seller, o que se encuentre fuera de la normativa del patriarcado, el heterocentrismo, la genitalidad, el androcentrismo y el coitocentrismo.

 

El patriarcado es la distribución desigual del poder entre mujeres y hombres, el heterocentrismo es preeminencia de la heterosexualidad en la sociedad y la falta de atención a la diversidad sexual (existen tantas sexualidades como personas), la genitalidad es la imperancia de la relación genital en la que nos educan, ya sea a través de la educación informal, la formal o la no formal. El coitocentrismo se refiere a la dominancia del coito en la cultura sexual, sobre el resto de prácticas eróticas.

 

Existen muchas más prácticas eróticas que introducir un pene dentro de una vagina, o que introducir lo que sea dentro de lo que sea. Lo importante es el placer, el camino, las caricias, los besos, las sensaciones y el deseo.

 

El deseo se aumenta con cualquier práctica que sea erótica o sensual. Mostrar una parte de nuestro cuerpo a nuestra pareja de forma casual, acercarte y darle una caricia suave… Y luego alejarte grácilmente.

 

También puedes preparar una cama romántica con pétalos de flores y velas. O hacer una pasarela “sexy” para tu pareja. Hay muchas y variadas opciones, os aconsejamos que busquéis la que más aumente vuestro deseo sexual.

 

El hecho sexual humano va mucho más allá, de lograr un efímero orgasmo. Se trata de una manera de comunicarnos, de compartir intimidad, es algo maravilloso.

 

 

María López, Licenciada en Psicología y Sexóloga

Sexo, dudas y más

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