La belleza y la juventud son un reclamo en ventas y marketing publicitario. Mujeres y hombres espectaculares y retocados hasta el hastío, en los anuncios publicitarios, en los medios de comunicación, en las películas y series… Las personas deben cuidarse, ya sean hombres o mujeres, y lucir esbeltos, arreglados y a la última.
Las tendencias varían, por supuesto, pero encontramos que en todas ellas existe una constante: sacarse el máximo partido. Pues los fofisanos, tendencia de la que hablaremos hoy se basa en a reclamación de hombres y mujeres que reivindican un cuerpo masculino que sea natural y saludable, con sus más y sus menos. Es decir, un cuerpo fofisano .
Ahora resulta que los hombres pueden lucir barriguita con orgullo. Menos mal, no vaya a ser que tengan que hacer algo por esforzarse en resultar atractivos, para eso ya están los objetos, o sea, las mujeres… Dejando las ironías a un lado, es normal que una tendencia de este tipo surja, ante tanto musculismo, cánones de belleza idealizados y casi imposibles de cumplir, modelos con un índice de masa corporal demasiado bajo, los trastornos alimenticios y los problemas con la auto-imagen, los datos muestran que las operaciones quirúgicas estéticas lejos de disminuir, aumentan su número.
A lo largo de la historia los cánones de belleza han cambiado, tanto para mujeres como para hombres, aunque tal y como nos imaginamos, suelen afectar prioritariamente a las mujeres. El hombre ideal de Miguel Ángel ha dado paso a una imagen de dejadez seductora, hemos pasado por metrosexuales (hombres cuidados que se depilan, se ponen cremas y tienen un cuerpo tallado por un escultor), por lumbersexuales (un estilo leñador, vintage en el vestir, pantalones, camisas y botas montañeras), y ahora tenemos en contraposición al cuerpo Danone o de fitness, a los orgullosos fofisanos.
Nace en EEUU y va sumando adeptos, como Leonardo DiCaprio, Jason Segel o Ben Affleck. Paralelo a la revindicación de la belleza natural femenina, en versión hombre que hace deporte pero si tiene que comer o beber, no se lo piensa mucho.
También se le llama Dad Bod, cuya traducción podría ser ‘cuerpo de papá’. Toma como ejemplo la figura del común padre americano que come costillas y entrecots, y la práctica de running esporádico.
La viralidad de este fenómeno fofisano se debe a una estudiante de la Universidad de Clemson, Mackenzie Pearson (1). Esta muchacha publicó en The Odissey un artículo que defendía que lo que realmente les gusta a las mujeres es este tipo de cuerpo. Su reflexión deriva hacia el deseo de la población femenina, que sería encendido por cuerpos de hombre más naturales, aunque cuidados, pero no por hombres que se «tarden más en arreglarse» que ellas, o «están demasiado preocupados con su cuerpo o la práctica de deporte».
Creemos que una vía de escape a tanta tendencia que nos abruma es la educación, a nivel de las instituciones educactivas y en el seno familiar, en vida sana, dieta equilibrada y especialmente en una auto-estima positiva. La auto-imagen (o manera en que nos vemos físicamente a nosotros mismos) puede sufrir si no tenemos una base de confianza en nosotros mismos, y todo ello se puede evitar si se educa en respeto a la diversidad, a todos los seres vivos, en empatía y libertad.

 

 

Mari Carmen López Martínez

Licenciada en Psicología y especialista en Sexología

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