Tener pareja esta muy bien considerado y otorga un estatus social que la gran mayoría de nosotros anhelamos tener en algún momento de nuestra vida. Las relaciones sociales son muy importantes para la raza humana y desde que nacemos construimos un lazo indivisible con los que nos rodean, es lo que denominamos como apego, el cual, depende mucho de como este haya sido en nuestra infancia y va a marcarnos las pautas en nuestras relaciones adultas. Cada relación deja en nosotros un bagaje que influye inevitablemente en la siguiente relación.

Cuando empezamos una relación es natural sentirse dependiente de los sentimientos que la otra persona nos provoca, pero existen un hilo muy fino que separa la naturalidad de la dependencia emocional. En muchas ocasiones un dependiente emocional puede pasar desapercibido porque sus conductas son razonablemente explicadas por el amor que siente hacia la otra persona, sin embargo, como veremos, la dependencia emocional, lejos de ser un beneficio, construye relaciones tóxicas y deterioran mucho a sus participantes.

La dependencia emocional es definida como “Un patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir desadaptativamente con otras personas” (Castelló Blasco, 1999). Esta dependencia puede extenderse no solo a la pareja, sino a todas las relaciones que es persona tiene a su alrededor. En el caso que nos ocupa, la pareja, vamos a definir ciertas características que identifican la dependencia emocional:

  • Prioridad de la pareja sobre todas las cosas. La pareja se convierte en el centro del universo, dejando de lado las propias decisiones en pos de lo que la otra persona diga o haga. Esta situación provoca que el dependiente emocional pierda su propio ser, apartando de su lado todo lo que dificulta su relación como hobbies, gustos, prioridades personales, etc. Pero, sin duda, lo que es más evidente es el estado de animo, el cual también depende de su relación de pareja. Cuando la relación va bien, todo es perfecto, sin embargo, cuando la relación se tambalea por cualquier nimiedad produce en el dependiente sentimientos de angustia generalizada, irritabilidad, baja autoestima y un miedo al abandono constante.
  • Voracidad afectiva. El dependiente emocional siente un deseo constante de estar con la pareja, de tener un contacto físico con ella, si esto no puede ser así, utilizará todas sus herramientas para provocarlo. Las nuevas tecnologías, con mensajerías instántaneas hacen un flaco favor a estas personas, teniendo un contacto muy frecuente y excesivo para calmar su voracidad, y en muchas ocasiones se llega tornar insuficiente.
  • Tendencia a la exclusividad. Esta característica es la que más puede pasar despercibida puesto que, entendemos el enamoramiento y el amor como exclusivo de una sola persona, por lo tanto puede verse como algo natural. El dependiente emocional exagera esta exclusividad no solo a los posibles candidatos a «robarle» la relación, sino que se traslada a todas las relaciones de su pareja. El dependiente emocional quiere  a su pareja para el solo.
  • Idealización de la pareja. Ver a nuestra pareja como el ser más perfecto de la tierra es también algo que caracteriza al enamoramiento, por lo que en un principio aparece por este estado de enamoramiento, pero conforme se avanza en la relación, todos vamos dando cuenta de que esta perfección no es tal y, que existen cosas de nuestra pareja que no nos gusta. El dependiente emocional no termina de reconocer este tipo de «imperfecciones», aunque si que es consciente, lo que hace es mirar hacia otro lado y no enfrentarse a ellas porque piensa que si expone a su pareja lo que no le gusta de ella lo rechazará y/o lo abandonara.

En la mayoría de ocasiones estas características no aparecen de forma tan patente porque es la pareja la que pone los límites de estas conductas y el dependiente emocional no tiene otra que conformarse y no mostrar sus anhelos por el miedo terrorifico al abandono. Muchos dependientes emocionales ni siquiera reconocen estas características como negativas, puesto que lo consideran más una demostración de amor y, el amor, esta muy bien considerado, sin embargo, nada más lejos de la realidad. Un dependiente emocional suele tener relaciones desequilibradas y tóxicas.

Depender emocionalmente de la pareja tiene una serie de consecuencias que afectan al dependiente, a la pareja y a la propia relación. En primer lugar, un dependiente emocional lo da todo por su pareja y pretende que se le devuelva de alguna forma, por lo que vive continuamente frustrado porque las expectativas de devolución se encuentran muy altas, no teniendo en cuenta las posibilidades de la otra persona. En segundo lugar, el miedo constante al abandono no le permite mostrarse tal y como es, incluso puede verse en muchas situaciones humillado por su pareja, adoptando una postura de sumisión que termina por deteriorar la personalidad del dependiente.

Y ¿qué pasa si la relación se rompe? El dependiente emocional vive una ruptura como si toda su vida se derrumbara, llegando a desarrollar trastornos mentales graves, es básicamente, lo que cualquier persona vivimos tras una ruptura pero multiplicado por diez. Lo curiosos en estas situaciónes es que el dependiente emocional supera esta situación volviendo a comprometerse con otra relación, en la que saciará, en principio, todo lo perdido, pero que se convertirá en otra espiral interminable que conducirá a una nueva ruptura. Y es que parece ser que las personas que son dependientes emocionales se enamoran de la relación y no de la persona en sí con la que comparten la relación, es por eso que constantemente las vemos de una pareja en otra.

Y tu, ¿eres dependiente emocional?

 

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